La vivienda tiene un valor neto, equivalente al valor de tasación menos lo que queda por pagar de la hipoteca.
Cada uno tiene derecho a la mitad de dicho valor neto.
El que se quiera pagar la vivienda debe pagárselo al otro, y asumir la totalidad de la hipoteca pendiente. (Los Bancos se niegan a sacar del préstamo a quien no se queda el piso, salvo que se aporten mejores garantías).
Esto es lo justo, para repartir las plusvalías, si es que existen.
Ahora bien, siempre es válido cualquier acuerdo al que lleguen las partes al respecto.
En caso de conflicto ninguno puede obligar al otro a venderle directamente su parte. Se saca a subasta y se reparte lo obtenido.